Este escrito utiliza como marco de referencia la novela Nada de Carmen Laforet (1945), y una perspectiva psicodinámica para profundizar en los procesos de identidad, libertad y vínculo a través del personaje de Andrea.
Imagina que tienes 18 años, tus dos padres murieron cuando eras niña y vives en un pequeño pueblo con una de tus tías. Tu sueño es salir de ese pequeño lugar y estudiar en la gran ciudad de Barcelona. Por fin lo logras, empacas tus pocas pertenencias y comienzas tu viaje. No conoces tu nueva familia pero sabes que en la casa serán muchos, algunos tíos, tías y tu abuela.
Luego de un largo recorrido, llegas y te instalas. Para tu sorpresa el ambiente se siente tenso, los personajes nuevos no son tan amigables como pensabas. La casa está en descuido, el agua fría, las paredes llenas de polvo, sientes que te asfixias un poco. Los que habitan la casa marcan su presencia con un aire opresivo, conflictivo y castrante. Es una época marcada por la pobreza y la desolación de la posguerra.
Te llamas Andrea y estás en búsqueda de tu identidad y libertad. En esta nueva vida, te tocará enfrentar la difícil realidad familiar y las limitaciones sociales de la época.
A la mañana siguiente, Angustias —tu tía— tiene una conversación extensa donde se autoproclama la única responsable de tu bienestar, de tu pensión, de tus salidas y llegadas pero sobre todo de convertirte en una: “niña de buena familia”.
Para Angustias, una joven debía ser: prudente, modesta y piadosa, limitando sus pasos por las calles “tentadoras” de Barcelona.
Rápidamente los sueños de libertad fueron reemplazados por la vigilancia, la culpa y la represión.
Angustias pareciera ser la encarnación del superyó freudiano: uno moralista, rígido, punitivo. Andrea no solo enfrenta una opresión externa, sino también una interna, una tensión entre el deseo de individuarse y la voz que dicta silencio y obediencia.
Sin embargo, nos enteramos del secreto innombrable de nuestra tía. Uno que nos abre una puerta a su mundo interno. Mientras ella se presenta como modelo de pureza y santidad, dedicando su vida a vigilar a los demás y a señalar sus errores morales, descubrimos que mantiene una relación secreta con su exjefe, un hombre casado.
Si pudiera hablar con Andrea le compartiría mi impresión psicodinámica. Le diría que el comportamiento de su tía se puede entender como un mecanismo de proyección: Es decir, Angustias deposita en los otros —especialmente en Andrea— los deseos y aspectos de sí misma que no puede tolerar. Se posiciona como “santa” para no confrontar su propia sombra, mientras vive una doble vida que contradice todo lo que predica.
Este tipo de contradicción interna (escisión), revela una lucha profunda entre su deseo y su culpa, entre su necesidad de pertenecer a un ideal y su inevitable humanidad.
Mientras la vida se desenvolvía entre el ambiente caótico del hogar, Andrea adoptó una forma de resistencia pasiva: se escapaba en pequeños actos de autodeterminación (salir a tomar aire fresco), que Angustias interpretaba como rebeldía.
Hasta que un día, Angustias decide marcharse para siempre y, en uno de sus arrebatos de ira, comenta:
Su partida abre la puerta a nuevas posibilidades.
Sin la constante vigilancia de Angustias, sentirse libre parecía algo alcanzable. Aunque también representaba nuevos retos. Andrea debía gestionar su propio dinero, desatando nuevos conflictos con su otro tío, un pintor frustrado, que le exige cubrir gastos del hogar.
Su decisión —"ya me las arreglaré comiendo por mi cuenta"— encierra un gesto vital: una afirmación del yo. Representa una forma de autonomía, donde Andrea prioriza decidir por sí misma, aunque eso casi aseguradamente implique pasar hambre.
Andrea elige gastar su pensión en cosas que le producen placer o belleza: una comida suculenta, unos dulces, un ramo de flores que decide regalar.
Las flores para la familia de su amiga Ena, representan el comienzo de un nuevo paradigma relacional. Contrario a lo que encontraba en su familia de origen, Ena encarna un vínculo reparador: un otro significativo que no juzga, no controla, no oprime.
En su elección de: regalar flores, ofrecerse, confiar,
Andrea ensaya una forma distinta de estar en el mundo.
La libertad también se experimenta así: en la posibilidad de elegir con quién compartirse, sin tener que traicionarse para pertenecer.
En terapia muchas veces buscamos lo mismo: ayudar a que alguien pueda reconocerse, aceptarse, decidir por sí mismo y vincularse desde un lugar más auténtico.
No solo moverse sin barreras, sino poder habitar relaciones donde ser uno mismo no sea un riesgo.
Y entonces surgen las preguntas:
¿Cómo se crea un camino propio, sin mapa, sin permiso?
¿Cuál es el precio de esta libertad?
¿Qué significa, en lo profundo, sentirse libre?
Hace poco les pregunté qué palabra usarían para describir la sensación de libertad. Algunas de sus respuestas fueron: aceptación, consciencia, soltar, rebelarse, convicción, sentirme, autonomía.
Palabras que, sin saberlo, también podrían describir la experiencia de Andrea. Porque la libertad, como vemos en ella, no siempre llega de la mano de lo cómodo o lo abundante.
A veces, elegirte a ti misma significa renunciar a la estabilidad externa para habitar una verdad interna. Hay momentos en que ser libre implica escoger entre un techo seguro que impone silencio, o una calle incierta donde al menos puedas hablar con tu propia voz.
Construir un camino propio, en ocasiones implica un duelo: el de la juventud idealizada, de una fantasía de independencia que no anticipaba la dureza del mundo real.
La renuncia a las fantasías infantiles y la aceptación de la complejidad del mundo son pasos fundamentales en el desarrollo del yo adulto. Andrea empieza a dejar de esperar que alguien venga a salvarla —como quizás esperaba al inicio de su llegada a Barcelona— para convertirse en protagonista activa de su historia.
Encontrar tu camino muchas veces, implica tener hambre.
Hambre de certezas, de pertenencia, de dirección, de significados, de respuestas. Pero también trae consigo la posibilidad de comprar flores y regalarlas, de descubrir un rincón nuevo y sentir que el mundo se abre un poco, de elegir con quién te compartes.
Porque no se trata solo de huir del encierro, sino de empezar a construir un espacio donde puedas habitarte con autenticidad.
Al igual que Andrea, transito el proceso de ser mi propio "objeto transformacional". Un agente de cambio interno que genera significado, que no solo sobrevive, sino que crea su propio camino.
Hasta el próximo intento,
-nichole r.
Descubrimientos semanales:
Qué estoy leyendo: “No longer human” / Indigno de ser humano - Osamu Dazai
Canción de la semana: cómo salir - Vic Mirallas
Video, artículo, podcast que ha sido de inspiración:
El Boricuazo: Nos ocultan la historia y por eso hago lo que hago
(soy puertorriqueña. este video lo tengo muy cerquita del corazón, aprendí un poco más sobre la historia de nuestro país y nuestra gente)
Concepto psicológico:
Terapia psicodinámica - La terapia psicodinámica es un enfoque clínico que se centra en la comprensión profunda del mundo interno de la persona: sus emociones, pensamientos, defensas, relaciones y patrones inconscientes. No se limita a explorar el pasado, sino que busca iluminar cómo ese pasado vive en el presente —en los vínculos, en los síntomas, en el lenguaje, en la relación terapéutica.
Es la modalidad en la que me estoy formando como terapeuta, y por eso es también el lente desde el cual elaboro e integro la literatura que voy leyendo.
Nada tiene tantas capas que dan para mucho más. Este escrito recoge solo una posible mirada, pero el libro abre puertas a múltiples interpretaciones. Si lo leen, me encantaría saber qué les hizo pensar o sentir.
Me gustó mucho esta parte: "Hambre de certezas, de pertenencia, de dirección, de significados, de respuestas. Pero también trae consigo la posibilidad de comprar flores y regalarlas, de descubrir un rincón nuevo y sentir que el mundo se abre un poco, de elegir con quién te compartes". Gracias.
Este texto se sintió como una invitación a leer el libro de Carmen Laforet, una autora por la que he sentido curiosidad hace años. Me ha gustado lo que has compartido hoy, Nichole.